Como padres y cuidadores, podemos sentir que cuando se trata de lenguaje positivo, lo tenemos dominado. Constantemente les decimos a nuestros niños lo mucho que los queremos, nos maravillamos con sus últimos garabatos y hacemos pequeñas celebraciones cada vez que pronuncian una palabra nueva. Aunque este tipo de comunicación es ciertamente positiva y fomenta un vínculo saludable, a veces nos olvidamos de la frecuencia con la que decimos cosas como «no», «no toques» y «basta».
Cada día, los niños pequeños son más independientes y sienten más curiosidad por explorar el mundo que les rodea. Esto nos obliga a protegerlos, blindarlos, ponerles límites y utilizar con frecuencia palabras como «no», «alto» y «no lo hagas». Afortunadamente, hay formas sencillas de modificar nuestra forma de hablar para utilizar un lenguaje más positivo, de modo que podamos proporcionar un entorno seguro y divertido para que nuestros niños aprendan y crezcan.
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¿Por qué usar el lenguaje positivo?
Probablemente no sea difícil imaginar por qué es frustrante para los pequeños que se les diga repetidamente que no pueden hacer algo. Para nosotros, decirle a nuestro niño que no puede meterse en la boca una moneda que ha encontrado en el suelo tiene sentido. Conocemos todas las razones por las que esto es peligroso. Desafortunadamente, los niños pequeños aún no han desarrollado la capacidad de razonamiento necesaria para ponerlo todo en orden. Para ellos, los «no’s» persistentes pueden acumularse, provocando más rabietas y haciendo que se sientan confundidos, confinados, enfadados y frustrados.
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Ajustar nuestras peticiones y respuestas para que reflejen un lenguaje positivo es una forma bastante sencilla de producir grandes cambios en la forma en que nuestros niños piensan, sienten y procesan la nueva información. Utilizar un lenguaje más positivo puede hacer que tengan más confianza en sí mismos, que sean más empáticos y que aprendan a elegir un mejor comportamiento.
Cómo usar más lenguaje positivo
Entonces, ¿cómo decimos que sí cuando queremos decir que no? En primer lugar, es importante ser más consciente. Empieza por prestar más atención a la cantidad de veces que se detienen los comportamientos, se corta la curiosidad o se cierran las peticiones. Esto nos ayuda a identificar los momentos en los que nuestro lenguaje podría necesitar algunos ajustes. Además, los padres y cuidadores pueden incorporar un lenguaje más positivo de las siguientes maneras:
Ofrece opciones
Permitir a los niños pequeños elegir entre dos opciones tiene muchos beneficios, como fomentar su independencia y permitirles sentirse más en control. Ofrecer opciones también ayuda a los padres y cuidadores a evitar decir no con demasiada frecuencia. Por ejemplo, si tu pequeño aventurero está jugando muy cerca de la piscina, en lugar de decir: «¡No te acerques ahí!», puedes decir: «¡Vaya, hoy estás muy activo! ¿Quieres jugar aquí, en el césped, o entrar y hacer una actividad juntos?” Esto ayuda a distraerlos de la conducta no deseada a la vez que les proporciona opciones más seguras.
Diles qué pueden hacer
Mostrar a tu niño lo que puede hacer en lugar de lo que no puede hacer tiene muchas ventajas tanto para los padres como para los niños. Nos ayuda a utilizar un lenguaje más positivo y a ellos les ayuda a mejorar su comportamiento. Si ves que el niño intenta dibujar en la pared, puedes responder diciendo: «¡Sí! ¡Vamos a dibujar hoy! Pero asegurémonos de hacerlo solo en este papel”
Recuérdales el comportamiento que quieres ver
Puede ser difícil profundizar en el lenguaje positivo cuando ves que tu niño derriba la torre de LEGO de su hermano. Recordarles el comportamiento que quieres que tengan puede ser más eficaz que decirles simplemente que no o que dejen de hacer algo. Afirmaciones tranquilizadoras como «Nos queremos, así que cuidamos de los juguetes del otro» pueden arrojar una luz positiva en los momentos que requieren disciplina.
Proporciona explicaciones sencillas pero claras
Como padres y cuidadores ocupados, es fácil pasar por alto explicar por qué decimos que no. Sin embargo, decirles por qué no pueden hacer algo les ayuda a aprender. En lugar de decirles: No te metas esa moneda en la boca, puedes decirles: Sé que parece brillante, pero meternos una moneda en la boca puede ponernos muy enfermos. Esto les da la oportunidad de establecer una conexión entre un comportamiento y una consecuencia.
Intenta un enfoque de «sí, después».
A medida que el lenguaje de los niños crece, también lo hacen sus peticiones. ¿Me das una galleta? ¿Podemos ir al parque? ¿Puedo llamar a la abuela? Por mucho que nos guste conceder todos sus deseos, no siempre es buen momento para las galletas o para jugar al aire libre. A medida que tu niño empiece a entender el tiempo, puedes intentar un enfoque de «sí, después». Por ejemplo: «Sí, puedes comer una galleta, después de que cenemos sano primero». Esto puede provocar cierta frustración, ya que todavía están aprendiendo lo que significa «más tarde» o «después», pero permite a los padres y cuidadores utilizar palabras más positivas mientras enseñan a los niños pequeños las palabras secuenciales.
Puede ser difícil ser un niño curioso en un mundo de límites y reglas. Recuerda que nuestras palabras tienen poder y que un poco de lenguaje positivo puede llegar muy lejos.